Las experiencias trascendentes nos conectan con las realidades espirituales

¿Viste el artículo en la edición del 25 de agosto de Nuestro visitante dominical titulado “¿Cómo vivir como santos en una era secular?” Mantuve el artículo cerca de mí porque quería hacer referencia a él mientras nos preparamos para ingresar al mes de noviembre con nuestras dos hermosas fiestas, el 1 de noviembre, la Solemnidad de Todos los Santos (un día santo de precepto en la Iglesia) y el 2 de noviembre. La Conmemoración de todos los Fieles Difuntos (Día de Todos los Difuntos).

El 2 de noviembre recordamos a todos los santos y santas que no tienen una fiesta en particular. En ese día, recordamos a todos los hombres y mujeres santos que nunca fueron canonizados pero que vivieron vidas de santidad, a menudo ocultas, normales, tal vez incluso mundanas y rutinarias, pero no obstante: vivieron sus vidas en santidad porque vivieron sus vidas con fe.

Probablemente sepamos quiénes son estos santos anónimos: tal vez nos vienen a la mente nuestros padres, o un maestro lleno de fe, o un vecino o amigo que nos inspiró a vivir la fe. Puede que nunca hayan sido (o serán) canonizados oficialmente, pero de todos modos eran santos. El artículo nos recuerda que vivimos en un mundo “secular” que a menudo no es espiritual ni religioso. Es la realidad a la que nos enfrentamos. Pero debido a esa realidad, ¿no tenemos aún más oportunidades de hacer brillar la luz de la fe?

El autor del artículo, Bob Plunder, destaca la necesidad de experiencias trascendentes. Sin estas experiencias trascendentes que nos conectan con las realidades espirituales, no hay necesidad de creer en Dios. Experiencias trascendentes es lo que la Iglesia tiene para ofrecer a las personas. El deseo de Dios puede mejorarse mediante la tecnología moderna, pero a menudo ocurre lo contrario. Lo que se encuentra en Netflix, TikTok o Facebook, y la tecnología que lo acompaña, en realidad puede alejarnos de lo trascendente. Hace una generación, la mayoría de los católicos habrían llevado un rosario en el bolsillo o en el bolso. Quizás ahora llevamos un teléfono y, junto con él, los correos electrónicos y la navegación web han reemplazado al rosario y, como consecuencia, muchos de nosotros somos absorbidos por un agujero oscuro.

Como posible solución, el autor sugiere que debemos “recuperar el sentido de lo que puede significar la encarnación”. Continúa diciendo: “La encarnación nombra nuestra creencia en que Dios, en la segunda persona de la Trinidad, [Aquel] que ha tomado nuestra carne en Jesucristo para salvarnos. Vivió y se movió entre nosotros, plenamente Dios y plenamente hombre. … Conocía el calor del sol del mediodía y el frío de una noche fría. Fue criado por una madre y un padre. Habló en medio de conflictos; Predicó; El escuchó. Conoció la alegría y el duelo. … Tenemos que recuperar un sentido de lo que la Encarnación puede significar debido a las múltiples formas, a menudo ocultas, en que nuestra era secular ha moldeado nuestro sentido de lo que podría ser posible con Dios”.

Es particularmente en medio del mundo secular donde estamos llamados a vivir como santos. ¿Cómo se ve eso? Es la esposa la que se sienta junto a la cama de su marido mientras éste sufre los estragos del cáncer. Son los padres los que derraman amor sobre su hijo que sufrió un terrible accidente automovilístico, animándolo por cada pequeña victoria en la rehabilitación. Es el hijo adulto el que visita fielmente a un padre que ni siquiera lo reconoce debido a demencia o Alzheimer y, sin embargo, lo visita fielmente semana tras semana, abogando por su cuidado. Son los innumerables padres que se levantan día tras día y van a trabajar, muchas veces a un trabajo ingrato que carece de significado o valor real para ellos, pero que al fin y al cabo les permite cuidar de sus seres queridos, mantener un techo sobre sus cabezas y mantenerlos alimentados, vestidos y educados. En medio de todo el ajetreo de la vida, en estas situaciones y muchas más, las personas reconocen su necesidad de Dios. Hacen espacio y tiempo para Dios, vienen a Misa, reciben la Sagrada Comunión, viven una vida sacramental sin fanfarrias. A menudo, el sacerdote sabe quién eres. Tú eres el que llega en el último minuto a Misa arrastrando a los niños contigo luciendo demacrados y cansados, ¡pero estás allí y la Iglesia es mejor por eso! ¡La Fiesta de Todos los Santos es para ti!

Nota del editor: Lea el artículo completo en Our Sunday Visitor: https://www.oursundayvisitor.com/how-to-live-like-saints-in-a-secular-age/

Oh Sacramento Santísimo, oh Sacramento Divino, toda alabanza y toda acción de gracias sean tuyas en todo momento..”

 

Publicado en la edición del 27 de octubre de 2023 de El espejo.
Foto: Imágenes falsas

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